miércoles, 22 de abril de 2009

Y yo me doy el lujo de anudar mi historia con la sortija en la mano y en medio del paraíso... Fue algo de lo que me di cuenta hoy, cuando estábamos los cuatro echados al sol, espantándonos los mosquitos, que vuelven a ronronearnos cerca. Me dije que la calesita estaba dando una de sus mejores vueltas. Y que esa vuelta venía a ser, precisamente, el paraíso. Tal vez no sea un paraíso eterno, ¿pero quién dijo que ha de ser eterno el paraíso?